credito: @julianhukephotography

Parookaville regresó con todas sus fuerzas para entregarnos una edición 2022 inolvidable

Siendo sold out su sexta edición

Hace un par de días, tuvimos el honor y placer de regresar Parookavilleel festival de electrónica más grande de Alemania, tras dos años de espera por la pandemia, regresamos al aeropuerto de Weeze para disfrutar de tres días de lo mejor de la escena.

Lamentablemente, únicamente nos fue posible estar presentes durante el sábado y el domingo, sin embargo, en esos dos días nos pudimos empapar en la experiencia Parookaville

La llegada al festival fue un poco complicada, ya que las vías de tren para llegar a Weeze están en reparación. Sin embargo, los encargados del festival presentaron este año el PV Express: un sistema compuesto distintas rutas de autobuses que te llevaban desde varios pueblos vecinos hasta la puerta del festival. Incluso había una ruta desde la misma estación de Weeze, servicio que estaba disponible las 24 horas.  A pesar de la enorme cantidad de visitantes, Parookaville logró llevar a todos sus ciudadanos a la City of Dreams.

Una vez en el aeropuerto fuimos recibidos por un muy agradable clima en Base Camp, una enorme ciudad de tiendas de campaña que albergó a 40,000 ravers por el fin de semana. Ahí dentro había de todo: tribus completas de más de diez personas con su propia mesa, sillas y parilla; un escenario propio dentro del campsite; e incluso DOS supermercados Penny donde uno podía encontrar comida y bebida a precios muy por debajo del precio normal dentro de un festival.

Eso sí, para bañarse había que pagar cuatro euros, lo cual resulta un poco excesivo, si se le suma a esto además el costo del boleto y del camping. Sin embargo, era una pequeñez comparada con los enormes beneficios de acampar en el festival. 

Una vez instalados, caminamos desde el campamento hasta el festival, lo cual quedaba aproximadamente 15 minutos. El acceso fue bastante sencillo, y recién entrando nos recibió el escenario Desert Valley y a un lado, tanto el Mainstage como la Casa Bacardí.

Tras una pequeña vuelta de reconocimiento, donde pudimos ver los escenarios Brain Wash, Bill’s Factory y Power Plant, terminamos por llegar al Cloud Factory, el escenario más alejado de todo el festival y que ese día sería la casa del Techno en ParookavilleDisfrutamos del dueto alemán Pan-Pot, un acto ya conocido y querido dentro del festival. Para nuestra sorpresa, el escenario estaba más vacío que lleno. Sin embargo, aprovechamos el espacio disponible para bailar a nuestras anchas. Cabe notar que en ciertas partes del escenario el sonido se escuchaba demasiado alto y un poco “reventado”, cosa que se hace mucho más evidente con géneros como el Techno.

Tras su cátedra de buena música, hicimos una pequeña escala técnica. Hicimos uso de los baños, que son por mucho los baños portátiles más eficientes que hemos visto (¡incluso podías jalarle!), y fuimos por una bebida. En contraste con el supermercado del camping, acá los precios eran mucho más elevados. El festival tiene integrado un sistema de Tokens, en el cual cada Token equivale a dos euros. Una cerveza costaba dos Tokens, mas medio Token como “depósito”. Esto, para evitar que la gente tirara su basura por todos lados: si querías no volver a pagar medio Token, tenías que llevar tu vaso / lata vacía y una moneda que te entregaban con tus bebidas. En principio, nos parece una medida razonable. Sin embargo, no se puede hacer mucho con medio Token y esto normalmente significaba que, al final del día, uno se queda con algo “sin valor”.

Tras ese pequeño desvío, nos movimos de nuevo a la entrada del festival, específicamente al Desert Valley. Ahí, Captain Hook deleitó con un maravilloso set con lo más fino del Psy. No hubo ningúna transición, ningún track y ningún momento en el que no tuviera a todo mundo bailando en el dancefloor. La gente disfrutaba y la pasaba bien. Sin embargo, a veces se filtraba el sonido tanto del Mainstage como del Casa Bacardí, particularmente durante los momentos más “tranquilos” del set. 

Al terminar, regresamos al escenario de Techno para pasar ahí el resto de la noche. Amelie Lens tuvo una memorable presentación, seguido de un acelerado y dinámico set de Klangkuenstler. Sin embargo, fue el par de Spandau FJAAK quien se llevó las palmas para la noche, llevando su sonido berlinés y su energía incomparable al Cloud Factory. 

El siguiente día, el clima volvió a estar a nuestro favor. Tras una deliciosa ducha y un desayuno tardío pero delicioso y accesible, cortesía de la panadería de Penny, nos dirigimos al festival. Ahí, aprovechamos que la fiesta aún no comenzaba e hicimos uso de las áreas de descanso dentro del festival, que usualmente están repletas. La estética de Parookaville, orientada hacia el estilo steampunk, se podía apreciar de una mejor manera con todos los escenarios vacíos.

Tras una pequeña siesta, nos dirigimos de nuevo al Desert Valley, que ahora había cambiado roles con el Cloud Factory y sería la sede del Techno, mientras que el Cloud Factory ahora recibiría una dosis de Trance. El escenario le hizo honor a su nombre, pues el domingo fue un día particuarmente caluroso y no había una sola sombra donde uno se pudiera refugiar del inclemente sol. Reiner Zonneveld inauguró el domingo con uno de sus afamados livesets, poneindo a todos a bailar a pesar del tremendo calor. Le siguió la segunda presentación de Klangkuenstler en el festival, a nuestro parecer incluso mejor que la primera. Berlín y su emblemático club Berghain se hicieron presentes de la mano de Kobosil, quien nos entregó una presentación digna de una madrugada de domingo berlinesa: oscura, contundente y divertida. Lamentablemente, sólo nos pudimos quedar para la mitad del set del enigmático I Hate Models, pero disfrutamos cada minuto de la experiencia.

La salida del festival, al igual que la entrada, se logró sin mayores percances, una excelente logística logró llevarnos a todos a tiempo a la estación de tren para poder regresar a casa. Nos quedamos con un excelente sabor de boca con Parookaville: es un festival con una excelente producción y con un potencial enorme para continuar desarrollándose.

Tiene música para todos los gustos (incluso Schlager, música típica de fiesta alemana) y recibe a cada uno de sus ciudadanos con los brazos abiertos. No podemos esperar para ver qué nos tiene preparado para 2023.

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